Un tatuaje, una oreja o el cuello: madres venezolanas reconocen en fotos a sus hijos enviados como criminales a El Salvador
Varios vecinos se congregan en la parte delantera de una casa del barrio Los Pescadores, al norte de Maracaibo, en el Estado venezolano de Zulia, un sitio con calles sin asfalto, donde un día no llega el agua y al otro se inunda cuando llueve, y donde pocas veces tienen gas. Parece un lugar del que todo el mundo ha pensado huir en algún momento. Junto a los vecinos, hay varias madres que no paran de llorar. Es lunes, 17 de marzo, y poco a poco han comenzado a descubrir rastros de sus hijos en las imágenes difundidas de las casi 300 personas enviadas al Centro del Confinamiento del Terrorismo (CECOT) por la Administración de Donald Trump, que puso en las manos del presidente salvadoreño Nayib Bukele a decenas de presuntos miembros de la banda criminal Tren de Aragua. Nadie le dijo a esas madres que se trataba de sus hijos, nadie las llamó para confirmar que habían sido deportados, pero no hay quien conozca a sus muchachos mejor que ellas, que los han ido identificando, poco a poco, por un tatuaje, una oreja, el cuello, o la forma en que llevan la cabeza afeitada. Algunas no pueden con tanto horror.