Pymes, en busca del financiamiento anhelado

Las Pequeñas y Medianas empresas en México, mejor conocidas como Pymes, han sido y siguen siendo una pieza central en los discursos políticos y al mismo tiempo, son como una especie de holograma para las instituciones financieras, porque las observan como imágenes tridimensionales inasibles.

Por décadas, las Pymes han estado en las proclamas de campaña y hasta en los planes de gobierno. Sin embargo, la mayoría de los programas han quedado en buenos deseos.

A pesar de que el diagnóstico oficial marca que las Pymes representan alrededor de 90 por ciento de las unidades productivas, lo cierto es que en la mayor parte de los casos, representan negocios familiares encabezadas por heroicos emprendedores que enfrentan, la maraña y corrupción burocrática y, padecen la indiferencia de la mayoría de las instituciones financieras.

Ni siquiera el Tratado de Libre Comercio Norteamericano firmado en 1994 y la poderosa ola de modernización y transformación que provocó de un importante sector productivo de México, logró subir a las Pymes.

Estas siguen desintegradas y, salvo algunos casos excepcionales, no han logrado engarzarse a las cadenas productivas exportadoras.

Las Pymes, navegan en las corrientes de la formalidad e informalidad.

Ése es el problema central de las Pymes.

No cuentan con la estructura corporativa y de gobernanza que les permita ser objeto de crédito bancario y mucho menos del mercado de capitales.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo en días pasados que la banca comercial debe bajar las tasas de interés al financiamiento que otorga a las Pymes.

Incluso le pidió al secretario de Hacienda, Edgar Amador que busque, junto con los bancos, tanto de desarrollo como banca comercial, que bajen las tasas de interés.

Y recalcó que a pesar de que Banco de México ha venido bajando la tasa de interés interbancaria, el acceso a un crédito para una pequeña o mediana empresa, sigue siendo muy complejo.

El tema es central. Ya se verá qué acuerdan y cómo avanzan gobierno y banqueros en ese propósito.

Hasta ahora, han pasado muchas administraciones gubernamentales sin que se logre el objetivo de impulsarlas vía el crédito.

No se ha encontrado el camino que conduzca al encuentro del financiamiento

Aumentar el acceso al financiamiento de ese segmento productivo, hoy más que nunca, resulta imprescindible, para la intención gubernamental de aumentar la industrialización del país y el contenido nacional.

Por otro lado, en el ámbito bursátil, se registró en meses pasados, un paso fundamental para ampliar el financiamiento a las Pymes desde el mercado de valores.

Con ese propósito, las bolsas de valores en México, los intermediarios bursátiles y las autoridades financieras: Hacienda, Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, impulsaron y lograron la aprobación de la Nueva Ley del Mercado de Valores.

Este nuevo marco permitirá nuevos esquemas de financiamiento para las Pymes, a menores tasas de interés, a plazos más largos y con menos garantías.

No se va a lograr de la noche a la mañana, reconoce el presidente de la Asociación de Intermediarios Bursátiles (AMIB), Álvaro García Pimentel, pero la nueva ley permitirá avanzar en la democratización del financiamiento bursátil.

En México –abunda el dirigente– hay 1.8 millones de empresas formalmente constituídas.

Y de ellas sólo una tercera parte, es decir 600 mil, tienen financiamiento institucional.

Es decir, sólo ese número de empresas obtienen financiamiento de un banco, una Sofipo o una Sofom.

En consecuencia, hay 1 millón 200 mil empresas que no tienen financiamiento formal y lo obtienen con usureros o empeñando el coche, la maquinaria o como amigos o familiares. Y eso, es caro, malo e inseguro.

En el análisis del sector bursátil se encontró que del millón 200 mil empresas que no tienen financiamiento hoy, alrededor de 51 mil son susceptibles de obtenerlo.

El número de empleados de una Pyme anda entre 10 y 12 personas y con el esquema de financiamiento en general, esa cantidad se multiplica por cuatro.

Eso quiere decir que si las 51,000 Pymes, se financian a través del mercado podría aumentar el empleo formal en alrededor de 600 mil plazas en dos o tres años.

Por otra parte, la nueva Ley del Mercado de Valores modificó el artículo 54 para que los empresarios mexicanos o extranjeros puedan listar o vender sus acciones, con acciones libres de voto.

Lo cual quiere decir que podrán obtener financiamiento mediante la venta de acciones, sin arriesgar el control de su empresa.

Eso es muy importante, en la medida en que el 92% de las Pymes, son empresas familiares.

Lo cierto es que hoy, a pesar de la tormenta arancelaria que está generando el presidente Donald Trump, y la incertidumbre que ello conlleva, el mercado de valores, es una opción muy atractiva para la inversión y conforme avance la consolidación y ejecución de la Nueva Ley del Mercado de Valores, sin duda va a redundar en mayores oportunidades para las Pymes. Al tiempo.

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