Siberia en el Bosque de Tlalpan
Las fotocívicas fueron impuestas en 2019 para supuestamente sustituir a las fotomultas monetarias. Tratan de inculcar una cultura y conciencia cívica a los infractores de exceso de velocidad. Por cada ciclo de verificación, se tienen asignados 10 puntos, y las infracciones van restando puntos. Es necesario restituirlos mediante requisitos que son crecientes: un video de concientización, tres exámenes en línea (básico, intermedio y avanzado) de 20, 30 y 50 preguntas respectivamente, una conferencia presencial de cultura cívica y finalmente cumplir con horas de trabajo comunitario que dependen del número de puntos a restituir.
En principio, ejecutar horas de trabajo comunitario como “multa” suena sensato, no obstante, su instrumentación es una calamidad. Las citas se sacan en internet, donde aparecen 29 opciones para elegir. Son jornadas de 4 horas. Pero el tipo de trabajos es muy limitado y con una inequitativa dispersión zonal en la ciudad. De las 29 alternativas, todas indican que son actividades no aptas para adultos mayores, salvo una que consiste en “el paseo de animales rescatados, alimentación y limpieza de su lugar de pernocta, así como el mantenimiento de áreas verdes”. Esto es discriminatorio en contra de los adultos mayores al no ofrecerles las mismas 29 oportunidades que a cualquier infractor.
No se ofrecen actividades de auténtica mejora comunitaria como pintar paredes en escuelas, enseñar inglés o aritmética a niños, lectura a adultos mayores o pasear a ancianos; falta imaginación para que la experiencia sea realmente edificante y ayude a la comunidad.
Una de las actividades aparentemente “más razonables” consiste en limpieza vegetal y jardinería en el Bosque de Tlalpan. Pero es una actividad que, como el resto que se ofrecen, lo hace sentir a uno como un detenido en un campo de concentración, como los que existían en la Rusia de Stalin. Es como tener que cumplir una sentencia de trabajos forzosos en Siberia, supervisado por guardias prepotentes que maltratan a los infractores viales con malos modos y bajo un sol intenso. Equivale a ser un esclavo, porque se está desempeñando un trabajo por el que un empleado formal del Bosque recibe un salario. Lo peor es que no es ilegal, pues está sustentado en la Ley de Cultura Cívica de la CDMX mal diseñada por la 4T. Otra vez, una buena idea pero con pésima instrumentación.
Fácilmente se acumulan horas de trabajo comunitario, ya que el diseño de la localización de cámaras que captan a un vehículo excediendo la velocidad es mañosa. Por ejemplo, en la supervía la velocidad es 80 km/h y al momento de salir por una rampa repentinamente hay un letrero y una cámara que indica 40 km/h. Es prácticamente imposible reducir la velocidad sin incurrir en la infracción o en un accidente. A pesar de ser un sistema con tecnología moderna, el portal (infracciones.cdmx.gob.mx) advierte que pueden pasar ¡de 3 a 4 semanas para que aparezca registrada una multa! ¿Se entiende tal ineficiencia? Ello retrasa e impide la verificación vehicular oportuna y las ventas de autos usados.
La instrumentación y el sistema de trabajos comunitarios son vergonzosamente desastrosos, pero ¿se podría esperar algo bien hecho por parte de Brugada y la anterior Jefa de Gobierno? Es el sello estalinista de Morena.