Un PND fantasioso
El 15 de abril el gobierno dio público su “Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030” (PND). Supuestamente hubo consultas públicas amplias desde enero para integrar su contenido. En un anexo se enumeran los foros y mesas de trabajo donde participó la ciudadanía. Pero no sabemos qué tanto de esas propuestas ciudadanas quedaron en el Plan. La sospecha es que esto terminó siendo una simulación demagógica. El documento reitera la propaganda oficial de que el PND es un plan de gobierno que apuesta a la continuidad y a “poner el Segundo Piso de esta Cuarta Transformación, consolidando un modelo de desarrollo basado en el Humanismo Mexicano” (AMLO dixit). ¿Un segundo piso sobre un primero que no existe porque es una ruina?
La primera sección del PND enumera “los 100 compromisos para el Segundo Piso de la Transformación”. Expresan deseos loables que, si se cumplen para 2030, sin duda seremos un país en un estado del Nirvana. El problema con esta lista es que no enumera los costos de cada uno. Lo deseable hubiera sido incluir al lado de cada compromiso una columna con el costo estimado para alcanzarlo. Al parecer, el gobierno no sabe lo que es una restricción presupuestal. Es más, el PND no plantea una reforma hacendaria (no es sólo tributaria, sino gastar mejor) que sería el punto de partida para tener recursos para financiar sus ambiciosos planes.
La siguiente sección supuestamente ofrece un diagnóstico completo sobre “¿dónde estamos?”. Pero es una narrativa triunfalista y fantasiosa, pues no se reconocen los problemas y el estado precario de muchas áreas que el gobierno anterior le heredó al actual. Solo para mencionar algunos: un déficit fiscal y deuda pública insostenibles, una creciente carencia en salud, los retrocesos en la educación, un estancamiento de la inversión y la productividad que resultaron en el crecimiento del PIB más bajo de los últimos cinco sexenios.
La tercera sección son los objetivos y estrategias que se extienden por 35 páginas. Ni una sola estrategia detalla el cómo se va a lograr el objetivo. Cada estrategia inicia con palabras voluntariosas como “impulsar, promover, fortalecer, implementar, atender, optimizar, asegurar, etcétera”; sí, muy bien, pero ¿cómo?
La cuarta sección es muy amplia y describe indicadores de seguimiento para medir el progreso del PND. Cada uno establece cuantitativamente una línea base de partida en 2024 y la meta para 2030. Muchos de los indicadores se basan en simples encuestas sin dar mayor detalle. Otros, simplemente no son creíbles. Por ejemplo, en la página 155 se dice que la tasa de reemplazo promedio de las pensiones debe pasar del 70% en 2023 (cifra no creíble) a ¡90% en 2030! ¿Cómo, sin reforma pensionaria?
La sección final enumera el Plan México, otra lista de buenos deseos. Se omite señalar realísticamente que la mayoría de los objetivos del Plan México dependen del éxito del T-MEC que se renegocie, algo que con Trump está en el aire.
Si el gobierno de Sheinbaum quiere cumplir con la exigencia de la rendición de cuentas, debería emitir un documento al fin de su mandato comparando el resultado de 2030 con el indicador respectivo planteado en este PND. En conclusión, este es un Plan que no es útil como guía para las políticas públicas que piense seguir este gobierno.