La demanda energética de los data centers se duplicará en cinco años

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La tecnología siempre requiere energía, pero el auge de los centros de datos -esenciales para operar servicios digitales, inteligencia artificial y procesamiento en la nube- lleva esa demanda a niveles sin precedentes. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), estas infraestructuras consumieron entre 240 y 340 teravatios-hora (TWh) en 2022. Para 2030, esa cifra puede alcanzar los 1,000 TWh anuales, lo que equivale a más del 4% del consumo eléctrico mundial. En su informe Electricity 2024 , la IEA advierte que esta cifra cuadruplica el consumo registrado en 2022 y duplica el previsto para 2025.

Frente a este panorama, líderes como Thomas Kurian, CEO de Google Cloud, y Brad Calder, vicepresidente técnico de infraestructura en Google Cloud, reconocen que la única forma de mantener la viabilidad de los centros de datos será con un rediseño profundo de su arquitectura, acompañado de una transición agresiva hacia energías limpias. “De enero a junio de 2024, el costo de inferencia ha caído más de 20 veces”, afirmó Kurian. “Esto significa que no se necesita tanta energía como antes para correr modelos grandes”. La clave, agregó Kurian, está en reducir el tamaño de los modelos sin comprometer su precisión, optimizar el hardware que los ejecuta y migrar hacia fuentes de energía sustentables. Según proyecciones de la IEA, para finales de la década la mitad de la demanda eléctrica de los centros de datos será cubierta por fuentes renovables como la solar fotovoltaica, la eólica y la hidroeléctrica. Aunque el gas natural seguirá siendo relevante, se espera un papel creciente de la energía nuclear en países como Estados Unidos y China. “Nuestros sistemas de enfriamiento líquido mejoran entre 35% y 40% la eficiencia energética al correr modelos”, añadió Kurian. “Y hemos rediseñado por completo nuestros centros de datos para minimizar el consumo eléctrico”. La composición de fuentes varía de acuerdo con la región. En China, por ejemplo, el carbón aún domina gran parte de la generación eléctrica, mientras que en Estados Unidos el gas natural y las renovables tienen mayor peso. Ambos países proyectan un aumento sustancial en su capacidad solar y eólica hacia 2035.

Infraestructura, IA y territorio La eficiencia energética no solo depende del hardware. También involucra una planificación estratégica del espacio físico donde se ubican los centros de datos. En palabras de Brad Calder, esto incluye desde la disponibilidad de energía limpia hasta la infraestructura de telecomunicaciones y la cercanía con los usuarios. “Cada vez que mejoramos la tecnología, podemos hacer más con menos energía. Buscamos operar nuestros centros de datos con energía renovable, y eso forma parte de cómo diseñamos nuestra infraestructura de manera sostenible”, apuntó Calder. El auge de la inteligencia artificial ha encendido las alarmas sobre sus posibles impactos medioambientales. Sin embargo, la IEA plantea que la IA también puede ser parte de la solución, al mejorar la eficiencia en la gestión energética, acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías limpias y optimizar procesos industriales.

“La IA es una herramienta increíblemente poderosa, pero depende de nosotros, sociedades, gobiernos y empresas, cómo la utilicemos”, subrayó Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA. Calder también destacó el uso de herramientas como Cluster Director, que permiten maximizar el rendimiento de GPUs y TPUs en tareas de inferencia, lo que se traduce en menor consumo con mayor potencia computacional. La visión de Google es operar con energía 100% libre de carbono en todos sus centros de datos para 2030. Más allá de una meta corporativa, el reto es demostrar que la IA puede ser un motor económico sin convertirse en una amenaza ambiental. “Es importante que la gente vea a la IA como una tecnología no solo poderosa, sino también capaz de impulsar la eficiencia energética y de catalizar nuevas formas de generación de energía limpia”, concluyó Kurian.

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