Corea del Norte se consolida como Estado canalla
Su industria especializada es la guerra, y su capacidad para amenazar la paz va creciendo bajo el mando de Kim Jong-un, su dictador.
El espectro de ataques contra Corea del Sur inicia desde acciones tan prehistóricas como es el lanzamiento de globos con basura o mierda de perro, hasta ataques vía hackers que ponen en peligro vuelos comerciales.
Una muestra de la industria de guerra que tiene Pionyang la sufrió Sony, productora de la película The Interview (La Entrevista), en el año 2014. El guion satírico aborda la intención de dos periodistas de asesinar al líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un.
Dirigida por Evan Goldberg y Seth Rogen, es interpretada por James Franco y Seth Rogen. El régimen de Kim Jong-un amenazó a Sony si la película llegaba a cines. La empresa Columbia pospuso el estreno tres meses, pero finalmente sí fue llevada a cines.
Sony no se salvó del hackeo norcoreano; dejó paralizado los sistemas informáticos de la empresa, y derivó en grandes filtraciones de datos, registros financieros y de correos electrónicos de ejecutivos de Hollywood.
La revista The Hollywood Reporter reveló que fue hackeado un paquete de información que contenía más de 12 mil correos de la cuenta de Michale Lynton, presidente del estudio.
No se logró comprobar el origen del hackeo, como en la mayoría de los casos sucede, pero al paso de los años el régimen de Kim Jong-un ha demostrado la evolución en su industria de la guerra informática.
En mayo y noviembre del año pasado Corea del Norte decidió atacar señales de GPS poniendo en riesgo barcos y vuelos comerciales cuyas rutas sufrían de mala visibilidad. La interferencia de GPS implica la emisión de señales desconocidas que saturan los receptores y los dejan inutilizables para la navegación.
Entre el 29 de mayo y el 2 de junio, unos 500 aviones y cientos de barcos experimentaron problemas con el GPS, según informó el gobierno surcoreano. Se quejó ante la OACI, organismo de aviación de la ONU, que advirtió a Corea del Norte que detuviera la operación.
El modelo de los doctores cubanos
El 25 de febrero pasado el secretario de Estados Marco Rubio anunció un programa de sanciones a aquellos funcionarios que hayan contratado los servicios de los médicos cubanos debido a que son explotados por el régimen.
Algo similar ocurre con los trabajadores norcoreanos.
A pesar de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que prohíben a los estados miembros aceptar trabajadores norcoreanos debido a que gran parte de sus ingresos se los quita el régimen de Kim Jong-un, el dictador los sigue enviando al exterior para conseguir dinero.
En China, donde trabajan el mayor número, se desempeñan como meseros en restaurantes, obreros en fábricas y en procesadoras de productos del mar. En Rusia, en la explotación forestal, fábricas y como tropas en la guerra en contra de Ucrania. En Oriente Medio, trabajan en obras de construcción.
Un informe de Naciones Unidas de 2024 estima en más de 100 mil los norcoreanos trabajando en el extranjero; en conjunto aportan al régimen de Kim Jong-un más de 500 millones de dólares anuales.
Un organismo que defiende el medio ambiente y los derechos humanos, la Environmental Justice Foundation (EJF), publicó en febrero de este año. En el reporte denunció el trato recibido a norcoreanos en barcos atuneros chinos.
“Los norcoreanos a bordo de estos barcos atuneros trabajan en condiciones similares a las de una prisión”, reporta la EJF. “No se les ha permitido desembarcar durante escalas, les retienen sus pasaportes y no se les permite el uso de teléfonos celulares”.
Los salarios son pagados directamente al Estado norcoreano. El salario mensual es de 330 dólares, pero el Estado solo les paga 50 dólares, según explicó un trabajador filipino a la EJF.
Una de las empresas chinas que contrata a norcoreanos para trabajar en los atuneros es Zhejiang Ocean Family; se trata de una empresa estatal que opera en el suroeste del océano Índico. Parte de la pesca termina en mercados europeos.
“Este pago, por mínimo que sea, representa un premio sustancioso en comparación con los niveles de pobreza de los norcoreanos”, comenta Andrei Lankov, profesor de la Universidad Kookmin de Seúl.
Misiles de largo alcance
Para el régimen del dictador Kim Jong-un, su diplomacia es bélica. Al regresar Donald Trump a la Casa Blanca, lanzó misiles en forma de bienvenida. Al tomar únicamente como muestra lo ocurrido durante el primer gobierno de Trump, es lógico que Corea del Sur tenga un poco de temor y desconfianza: no hay nada peor que transferirle poder, confianza y normalizar a la dictadura.
No han habido señales claras desde Washington. La guerra en Ucrania y la crisis humanitaria en la Franja de Gaza no le han dado espacio a la agenda de la Casa Blanca al tema de Corea del Norte.
Sí preocupa que votaciones en la ONU, Estados Unidos y Corea del Norte voten en el mismo sentido. Nunca había ocurrido.