El debate sin brújula

La dispersión temática en la agenda nacional evita concentrar los esfuerzos nacionales en las prioridades para superar las verdaderas crisis.

El reto de superar la confrontación arancelaria, impuesta por el vecino del norte, está ampliando las preocupaciones de los segmentos gubernamentales y privados ya que, sin duda, se afectará tanto al comercio exterior como nacional y, por ende, la recaudación.

Si bien al principio fueron los aranceles contra el acero, pasando por todo el comercio que no se realiza al amparo del T-MEC, ahora incluso se imponen cuotas compensatorias al tomate mexicano.

A pesar de que se intenta vender el discurso de que no nos fue tan mal, los efectos negativos se dejarán sentir tan pronto que, incluso, el gobierno ha pedido a los bancos que bajen las tasas de interés, olvidando que la economía no se mueve por decreto, sobre todo, si no existe un esfuerzo conjunto por acompañar su petición.

Durante la pandemia, el sector privado solicitaba al gobierno apoyo para paliar los efectos adversos del encierro y, sin embargo, el gobierno no respondió a dicha petición, y los efectos devastadores en las pequeñas y medianas empresas no se hizo esperar.

El gobierno sigue regalando el dinero mediante sus programas sociales, lo cuales carecen de eficacia para cumplir el objetivo de sacar a la población de la pobreza y, mucho menos, generar las condiciones para que las y los jóvenes salgan por sí mismos mediante una formación profesional sólida.

Se pide al sector empresarial que haga un esfuerzo para transformarse y encauzar sus exportaciones al amparo del T-MEC, sin tomar en cuenta la complejidad del comercio exterior para enfrentar las burocracias nacionales y del vecino país del norte.

La amenaza exterior llega a un país dividido por la confrontación sociopolítica, mediáticamente simplificada, de chairos contra fifís. La pluralidad social de nuestro país es muchísimo más variada que esa simplista dicotomía, así como la de conservadores y “ellos”. Se pierde de vista que la fuerza laboral, las dinámicas económicas y sociales se contaminan con motivo de dicha confrontación.

Para superar esta amenaza exterior se requiere un país unido. Es responsabilidad del gobierno en turno y de quien encabeza al Estado, hacer todos los esfuerzos a su alcance para superar las diferencias y construir a partir de las coincidencias.

Lamentablemente los ganadores de las elecciones siguen en campaña haciendo promesas y polarizando a la sociedad. Se olvidan que gobernar significa conciliar y construir acuerdos para avanzar en todos los frentes. Se requiere alinear todo el esfuerzo de gobierno y sociedad. No obstante, en las mañanas (o mañaneras) se socava el esfuerzo de unidad a través de un discurso gubernamental que sigue golpeando mediáticamente a los segmentos que por la tarde pretende unir.

El sector privado requiere certidumbre jurídica, garantía de que su inversión será respetada conforme a normas jurídicas claras, que serán interpretadas, en caso de divergencia, por jueces imparciales que resolverán esos diferendos conforme a razonamientos objetivos que puedan ser revisados por otro órgano jurisdiccional y se apegue a criterios jurisdiccionales que brinden certidumbre.

Obviamente que se carece de sensibilidad política puesto que, en el contexto de una guerra comercial, se implemente una reforma judicial que está echando por la borda la confianza del sector privado internacional.

La mal llamada democratización judicial no resolverá el problema de la falta de credibilidad de los jueces, puesto que el origen de dicho problema no estaba en el proceso de designación de los titulares de los órganos jurisdiccionales, sino en una campaña mediática que la hacía responsable de la ineficacia de las fiscalías y policías de investigación, de una cultura de la ilegalidad, entre muchos otros factores.

Entonces ¿A qué dedicaremos nuestros esfuerzos nacionales en los próximos meses? A defendernos de los aranceles del exterior, de los ataques legislativos contra la inversión privada, de la creciente inseguridad pública, campañas de jueces a modo, la ineficacia gubernamental.

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