El bombardeo sistemático de Rusia sobre poblaciones civiles en Ucrania pone a prueba el diálogo con EE UU
Cunde la sensación en la sede presidencial ubicada en el centro de Kiev, la capital de Ucrania, de que la irritación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hacia su homólogo ruso, Vladímir Putin, es mayor de lo que parece. Porque la idea de establecer un alto el fuego en el frente ucranio fue del mandatario republicano. Cuando anunció, hace ahora dos meses, que había telefoneado a Putin y al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, el plan era ese: negociaciones “inmediatas” para un alto el fuego. La cosa se dilató hasta la cita a dos bandas en Yeda (Arabia Saudí) el 11 de marzo entre estadounidenses y ucranios, por un lado, y rusos, por otro. Kiev aceptó una tregua de 30 días. Moscú, no. Y más de un mes después no parece que vaya a hacerlo, a tenor de las últimas masacres perpetradas contra la población civil en Krivói Rog y Sumi. Más de medio centenar de muertos en suelo de Ucrania en apenas diez días que amenazan con tensar el diálogo entre Washington y Moscú.